Consiste en la aplicación de calor a nivel local, lo que contribuye a la relajación de los músculos y alivia la sensación de dolor.
Su aplicación es mediante lámparas de infrarrojo, aparatos de microonda y parafina.
El calor tiene efecto analgésico, antiinflamatorio y relajante muscular. Aumenta la circulación, produce una vasodilatación y aumenta el metabolismo, aumenta la capacidad de regeneración de los tejidos, así como su elasticidad.
Dentro del campo terapeútico se utiliza para el tratamiento de artrosis, artritis, patología muscular, tendinosa y ligamentosa.