Se trata de una técnica quirúrgica mínimamente invasiva, que a diferencia de una cirugía convencional es un procedimiento poco agresivo.
Durante el proceso se introduce una pequeña fibra en el conducto urinario a
través de un cistoscopio hasta la glándula prostática. Esta fibra transmite
energía láser de alta potencia que calienta el tejido prostático vaporizándolo
y haciéndolo desaparecer. Este proceso elimina el tejido prostático, consiguiendo que el conducto urinario quede totalmente despejado para el paso de la orina, aliviando así los síntomas.
Existen otras técnicas para solucionar este tipo de patologías, pero dado los
riesgos que conllevan, hoy en día, no son aconsejables si lo que buscamos es la
mayor eficacia con los menores efectos secundarios y tiempo de hospitalización
posibles.
Frente a la cirugía convencional el láser prostático muestra claras ventajas ya
que minimiza el riesgo de padecer efectos secundarios como la disfunción
eréctil y las hemorragias.
Post-Operatorio
Generalmente requiere un ingreso de MÁXIMO 24 horas.
En algunos pacientes es necesario mantener la sonda o catéter 24 horas.
La mayoría de los pacientes experimentan muy rápidamente un alivio de sus
síntomas y un aumento espectacular del flujo urinario, esto ocurre 24 horas
después de la intervención, pero hay factores que pueden influir en la recuperación.
Puede ocurrir que después de la intervención el paciente sienta leves
molestias, como escozor, pérdidas leves de sangre al orinar, aumento de la
frecuencia miccional, que normalmente desaparece en poco tiempo.
Ventajas
Postoperatorio muy corto, sin dolor.
Normalmente, sin pérdida de sangre.
Sin riesgo de pérdida de la función sexual.
Sondaje vesical muy breve.
Procedimiento ambulatorio en determinados pacientes.
La mayoría de pacientes se reincorpora rápidamente a su vida normal.
Rápida mejoría del flujo urinario.