Ingerir alcohol u sustancias nocivas puede generar más estrés
· Zaira Cabot: “Del mismo modo que negar el problema no ayuda a superarlo, huir del estrés tampoco funciona”
· Según la Asociación Americana de Psicología, “el estrés excesivo puede empeorar factores de riesgo existentes como la hipertensión o los niveles de colesterol”
El elevado ritmo de vida de la sociedad actual hace que las situaciones estresantes sean cada vez más frecuentes. No hace falta buscar demasiado para encontrar a alguien que, por cualesquiera que sean las causas: personales, académicas, laborales o, incluso, biológicas, vive en una situación de estrés crónico. Sin embargo, es importante librarse de ese malestar ya que si no se le pone remedio puede llegar a afectar la salud física y mental.
Si bien está extendida la creencia de que el alcohol u otras sustancias nocivas reducen el estrés, lo cierto es que no mejora, sino que incluso puede incrementar. Zaira Cabot, psicóloga general sanitaria y psicooncóloga de Juaneda, afirma que “ingerir sustancias nocivas puede mermar nuestra capacidad para afrontar los problemas e influir de forma negativa en nuestra salud física que, a su vez, podría generarnos daños colaterales y más estrés”. Este conjunto de sentimientos negativos (como tensión o angustia) se presenta con un gran número de síntomas como pueden ser “cambios en los patrones de pensamientos y conducta, alteraciones del sueño, exceso o falta de apetito, dificultad de concentración, problemas leves de memoria, etc.”.
“Del mismo modo que negar el problema no ayuda a superarlo, ignorar el estrés tampoco funciona”, sentencia Cabot. Es decir, que para eliminar el estrés primero se debe poner fin a la situación que lo produce. Pero lo cierto es que sus efectos varían según la cantidad de tiempo que se padezca, la intensidad y la situación que haya provocado el estrés. La psicóloga de Juaneda explica: “Si es breve el tiempo en el que se padece, los síntomas desaparecerán rápidamente, pero si se padece durante un tiempo prolongado puede ser crónico y derivará en un problema de mayor gravedad”. Es por ello que recalca la importancia de “buscar la ayuda de un profesional cuando la situación empieza a ser difícil de controlar por uno mismo”.
Para Cabot, se puede aliviar el estrés si “controlamos nuestros pensamientos, la sintomatología física y siguiendo pautas unas conductuales que nos permitan hacer más llevadera la situación que lo ha desencadenado”. También incide en la importancia de mejorar “nuestra capacidad de razonamiento, habilidades y técnicas de resolución de problemas”. Es decir, hay que identificar la causa, prestarse atención a uno mismo y tener momentos de relajación en nuestra rutina diaria. A esos aspectos deben añadirse hacer ejercicio físico, cuidar la alimentación y buscar apoyo social.
A pesar de la falsa creencia de que el estrés no influye sobre la salud física, es importante decir que sí que tiene sus consecuencias sobre el organismo. Según la Asociación Americana de Psicología, “el estrés excesivo puede empeorar factores de riesgo existentes como la hipertensión o los niveles de colesterol”. Además contribuye a la obesidad y al sobrepeso, pérdida de cabello, menstruación irregular, etc.
Cabot dice que llevar “un estilo de vida saludable influye en padecer o no estrés porque permite afrontarlo desde una perspectiva más adecuada”. Es importante regular funciones básicas de manera ordenada como alimentarse de forma más equilibrada y descansar las horas suficientes. Sin embargo, no se debe olvidar que, en ocasiones, el estrés es beneficioso. Por ejemplo, a corto plazo y en según qué situaciones nos ayuda a reaccionar y estar en alerta: no en estado de alarma.