El médico de las profundidades que salva vidas en la cámara hiperbárica de Juaneda Hospitales  Juaneda

El médico de las profundidades que salva vidas en la cámara hiperbárica de Juaneda Hospitales

Rescates en el mar a gran profundidad que no salen bien, excursiones con botellas o a pulmón libre bajo las aguas en las que se ha bajado demasiado y/o se ha subido demasiado deprisa. Los buceadores pueden notar síntomas como dolores en las articulaciones y problemas neurológicos o cardiorrespiratorios, que si no se tratan adecuadamente pueden tener un final fatal. 

El tratamiento inmediato viene de la mano de profesionales cualificados y veteranos, como el Dr. Juan Miguel Batle, director de Medisub, el Centro de Medicina Hiperbárica de Clínica Juaneda, desde el año 1995, con la primera y aún única cámara hiperbárica de su clase en Baleares, pionero en el tratamiento de buceadores que han emergido sin hacer la descompresión, pero también de un elevado número de otras patologías terrestres. 

La enfermedad por descompresión (EDC) afecta a los buceadores que ascienden demasiado rápido, con la formación de burbujas de gas en la sangre y los tejidos. La EDC más leve genera afectación linfática, dolor en las articulaciones, picor, manchas y erupciones cutáneas. La más grave afectará a los sistemas nervioso, respiratorio o cardiovascular, con consecuencias que pueden ser fatales. 

En el caso de la EDC grave los síntomas que presentarán los buceadores al salir del agua pueden ser neurológicos, en forma de convulsiones, dificultad para hablar, pérdida de la visión, confusión e incluso coma. En esos casos –aunque también en los anteriores– muy probablemente se indicará un tratamiento de urgencia en la cámara hiperbárica que, en el Centro de Medicina Hiperbárica de Clínica Juaneda, estará siempre lista. 

Pero la Oxigenoterapia Hiperbárica, aunque tiene como indicaciones preferentes el embolismo gaseoso, la enfermedad descompresiva (propia de buzos) sirve también para el Síndrome de Hipertensión Intratorácico, la intoxicación por humo y la gangrena gaseosa o Mionecrosis Clostridial. Y, como indicación complementaria, para infecciones necrosantes en partes blandas.

También son indicaciones complementarias la celulitis y mionecrosis, la gangrena de Fournier, el síndrome de aplastamiento, el síndrome compartimental, la osteomielitis crónica refractaria, el retraso en la cicatrización de heridas (lesiones en pie de diabéticos, como caso más específico, ayudando a evitar amputaciones por mala evolución de la lesión), implantes óseos o dentales, injertos y la actinomicosis. 

Y aún más, la Oxigenoterapia Hiperbárica tiene también como indicaciones secundarias, las lesiones inducidas por la radioterapia en hueso (osteoradionecrosis) y en tejidos blandos (mielitis, proctitis, cistitis, enteritis, colitis, vaginitis, necrosis laríngea), de modo que se constituye como una opción para muchos pacientes, más allá de buceadores accidentados en el proceso de retorno de las profundidades. 

«La medicina hiperbárica se basa —explica el Dr. Batle— en aumentar la cantidad de oxígeno que respiramos en el medio ambiente, que es del 21%, al 100%, equivalente a más de dos atmósferas absolutas, que sería una presión mucho más elevada. Durante el tratamiento, el paciente está dentro de la cámara a esa presión y respirando oxígeno al 100%». Es como si el buzo volviera a las profundidades de las que salió demasiado pronto. 

La cámara hiperbárica es un recipiente metálico y cerrado, en cuyo interior pueden estar cinco o seis pacientes, en la zona que es específicamente la cámara, y otras dos en la antecámara. Es capaz de generar una presión que, en el caso de la instalada en Clínica Juaneda, llega a ser la equivalente a 80 metros de profundidad, es decir, 9 atmósferas absolutas: «Es como ir un avión», comenta el Dr. Batle, explicando las sensaciones. 

La cámara hiperbárica se diseñó originalmente para el tratamiento de la enfermedad descompresiva, «que tiene lugar cuando los buzos se someten a una elevada presión bajo el agua, de modo que el nitrógeno del aire que están respirando se disuelve en su sangre y en su organismo, lo que provoca, si no se ha hecho bien la descompresión en el proceso de regreso a la superficie, se le forman burbujas». 

«Al presurizar en la cámara hiperbárica, lo que hacemos —continúa el Dr. Batle— es que esas burbujas disminuyan de tamaño, se disuelvan y desaparezcan». Pero, en aplicación de estos principios y funcionamiento, se ha descubierto que la cámara hiperbárica, como ya se ha señalado, no es sólo útil con problemas derivados de una mala despresurización y los graves riesgos que comporta, sino para muchas otras patologías».

«En el Centro de Medicina Hiperbárica de Clínica Juaneda, hacemos otros tratamientos —explica el Dr. Batle— que se basan en oxigenar los tejidos hipóxicos, es decir, a los que les falta oxígeno. Una persona respira en condiciones normales aire ambiental con un 21% de oxígeno, mientras que dentro de la cámara lo respira al 100%, llegando a un 2.500% de aumento del oxígeno disuelto en la sangre». 

Este incremento «hace que los tejidos hipóxicos se oxigenen y que de ese modo sea mucho más fácil la recuperación de ciertas lesiones». Sería el caso de aquellos pacientes que con esa aportación de oxígeno al agua, que en su mayor parte compone el cuerpo, verá cómo se oxigenan y se desinfectan los tejidos», explica este médico, veterano y experto en Medicina Hiperbárica. 

Respecto a las enfermedades que se podrían ver beneficiadas de estos tratamientos, se pueden mencionar, por abundar en algunos de los ejemplos ya mencionados, diversas patologías, «empezando por el pie diabético, cuyos pacientes sufren, por su estado, una mala circulación de la sangre, y debido a eso no se regeneran las úlceras que se padecen en los pies. Con el oxígeno de la cámara hiperbárica estos pacientes van a mejorar». 

En los enfermos oncológicos que se han sometido a radioterapia «y se han quemado o chamuscado los tejidos periféricos al cáncer que se le ha tratado, el paso por la cámara

hiperbárica hará que esos tejidos, que son hipóxicos porque no les llega bien el oxígeno después de haber recibido la radiación, se recuperen antes, con el paso por la cámara hiperbárica», explica el Dr. Batle, y continúa: 

«Otra indicación de este tratamiento es la sordera súbita, que se produce al tener un problema hipóxico en el oído, de modo que se recupera de un modo mucho más rápido tras unas sesiones en la cámara hiperbárica». También, «la intoxicación por monóxido de carbono por el humo en incendios o por braseros, muy frecuente en invierno», algo que saben bien las víctimas de incendios, los bomberos, los sanitarios y los rescatistas. 

Los profesionales del Centro de Medicina Hiperbárica de Clínica Juaneda, además de con los pacientes programados, están en permanente contacto con los servicios de Urgencias, tanto del propio hospital como con los del Ibsalut (061) o de emergencias generales (112) para intoxicaciones, urgencias o casos de accidentes de buceo, más frecuentes en esta época veraniega del año y en rescates en aguas profundos. 

El Centro de Medicina Hiperbárica de Clínica Juaneda presta desde 1995 un servicio pionero en Baleares, con una cámara que sigue siendo, por su tamaño y prestaciones, única en las islas, atendido por un equipo humano especializado, con los que se puede ayudar a buceadores accidentados, pero también, y en mucho mayor número, a pacientes con enfermedades derivadas de tejidos con falta de oxígeno.


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