Braquiterapia: una alternativa rápida y sin bisturí para tratar el cáncer de piel no melanoma  Juaneda

Braquiterapia: una alternativa rápida y sin bisturí para tratar el cáncer de piel no melanoma

La braquiterapia de piel es un tratamiento contra diversos cánceres de piel (no melanoma) que se realiza en la Unidad de Oncología Radioterápica del Instituto Oncológico del Hospital Juaneda Miramar, en Juaneda Hospitales. Permite eliminar diferentes tumores sin cirugía y con abordajes poco agresivos y muy tolerables. 

El Dr. Luis Mateu Castell, médico especialista en Oncología Radioterápica es el facultativo que realiza estos tratamientos, acompañado de un equipo de radiofísicos, altamente especializados, integrados por Eduardo Miró de Mesa y María Coca, en la Unidad que dirige la Dra. Marta Casasús. 

«La braquiterapia es una técnica de radioterapia en la que se colocan fuentes radiactivas  muy cerca o directamente dentro del tumor», explica el Dr. Luis Mateu, especialista de Juaneda Hospitales. Y añade: «Esto permite administrar dosis muy localizadas y muy controladas de radiación, minimizando el daño en los tejidos sanos cercanos».

Existen varios tipos de braquiterapia, que la Dra. Casasús define como «radioterapia ‘de cerca’»: braquiterapia intersticial, superficial o de contacto, e intracavitaria. Se utiliza contra cánceres de próstata, de cuello uterino, de mama y cutánea (o de piel). Este último es el que se ofrece en Juaneda Hospitales. 

«La braquiterapia cutánea –continúa el Dr. Luis Mateu– consiste en aplicar radiación sobre el tumor en la piel mediante un molde personalizado, que se realiza para cada paciente, sobre la zona de la lesión». Este procedimiento «es no invasivo, ambulatorio y preserva mejor la estética, comparando con la cirugía o la radioterapia externa». 

Y concluye: «La braquiterapia de piel es un tratamiento ambulatorio, preciso y personalizado que elimina cánceres cutáneos no melanoma, sin cirugía, con excelentes resultados estéticos y mínimos». 

La braquiterapia de piel está indicada principalmente en carcinomas basocelulares, escamosos o enfermedad de Bowen, y para actuar en zonas complejas como párpados, nariz u orejas. Sus resultados son altamente satisfactorios y evitan cirugías que supondrían una retirada de tejidos en zonas muy sensibles de la cara u otras áreas. 

«Los pacientes en los que normalmente se indica este procedimiento son personas de edad avanzada, con comorbilidades (es decir, diversas enfermedades que se sufren de modo simultáneo), y en los que hay que actuar contra tumores localizados superficialmente, o ante los que se priorice una buena tolerancia y un resultado estético», añade el Dr. Mateu. 

El procedimiento se desarrolla mediante un afterloader (equipo utilizado en braquiterapia) que introduce una fuente radiactiva en los canales del molde que previamente se ha realizado al paciente, de un modo totalmente personalizado a su anatomía, en la zona de la lesión que se va a tratar. 

Para configurar los moldes que se colocan adaptados a la anatomía de cada paciente, generalmente un área de la cabeza, se toma una impresión de la zona, se fabrica un molde personalizado con tubos para la fuente radiactiva, configurando un ligero casquete adaptado a cada paciente, y se planifica la dosis con TAC. 

Cada sesión dura unos minutos. El tratamiento se realiza en varias sesiones, en unos pocos días o semanas. Los posibles efectos secundarios son leves y temporales: enrojecimiento, picazón, dolor leve, hinchazón, hematomas o costras, que desaparecen en pocas semanas. 

«El tratamiento de la braquiterapia de piel es ambulatorio, sin anestesia ni ingreso. Tras las sesiones puede haber enrojecimiento, irritación o pequeñas úlceras temporales», reitera el Dr. Mateu. Además, «en ningún caso hay riesgo para otras personas que convivan con el paciente, ya que la radiación solo actúa durante la sesión». 

Los efectos de la braquiterapia de piel, «son duraderos, con tasas de curación similares a la cirugía. La mejoría se ve en semanas o meses y requiere seguimiento médico». De este modo se soluciona en el paciente la presencia de carcinomas basocelulares, escamosos o enfermedad de Bowen, que pueden llegar a ser muy invalidantes. 

Estas lesiones aparecen con mayor frecuencia en personas mayores que han recibido grandes cantidades de radiación solar. Si bien estos tumores no tienen un grado de letalidad elevado, pueden ser muy disfuncionales, producir problemas estéticos graves y ser precursores del melanoma, un cáncer complejo y mortal si no se trata a tiempo.

El carcinoma basocelular es un cáncer cutáneo de crecimiento lento, que se origina de las células de la capa basal de la epidermis y de los folículos pilosebáceos, en superficies de piel expuestas a la radiación solar, al igual que el carcinoma escamoso, que se desarrolla en las células escamosas de la piel o en otras zonas, como en la lengua o la mucosa bucal. 

La enfermedad de Bowen o “carcinoma epidermoide in situ” es un crecimiento anormal de células escamosas de la piel. El tratamiento tradicional –ahora mejorado por la braquiterapia de piel, como en los casos anteriores– puede incluir el curetaje y la electrodisección, la cirugía normal, la criocirugía o la quimioterapia tópica.


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