«Las mujeres tienen síntomas de infarto, como dolor en la zona del epigastrio, que no reconocen como tales, lo que aumenta mucho el riesgo»
Ante el riesgo de infarto, el Dr. Andrés Glenny enfatiza la necesidad de conocer bien todos los síntomas de lo que puede ser de un ataque al corazón: «La dificultad de detectar por uno mismo que se inicia un infarto es que la sintomatología puede ser muy variada».
El Dr. Andrés Glenny, cardiólogo de Juaneda Hospitales, alerta también de la necesidad de prevención ante el influjo del calor (que a pesar de la reciente caída de las temperaturas aún volverá a ser intenso) y los medicamentos, especialmente en pacientes cardíacos.
«La mayoría de las personas —continúa— conocen los síntomas más típicos de un infarto, como que apriete el pecho (aunque no llegue a doler o no duela mucho), la irradiación al brazo izquierdo, que es muy común, incluso en ocasiones, con debilidad…»
«El problema es que los síntomas pueden ir a todos los extremos: Tenemos infartos que se manifiestan por un dolor de mandíbula o un dolor de muelas, y nada más. O por pesadez de brazos, y nada más. También hay que tener en cuenta las poblaciones de más riesgo».
Hay que tener en cuenta, además, «que los síntomas de un infarto pueden ser distintos entre hombres y mujeres», lo que podría ser una de las causas de que las segundas identifiquen menos esos primeros indicios y por ello tengan un mayor riesgo de muerte.
«La mujer se queja con mucha más frecuencia, cuando tiene un infarto, de un dolor en el epigastrio, lo que se confunde con dolores de vesícula o del estómago, mientras que en el hombre es más típico que tenga el dolor del pecho y el brazo», explica el Dr. Glenny.
«También hay que tener en cuenta «que la mujer suele ser más sufrida que el hombre y tarda más en consultar cuando tiene síntomas que tal vez sean de un infarto, y si tiene que hacer tareas las hará antes que ir al médico, mientras que el hombre va de inmediato».
Destaca también el caso específico de los diabéticos «que pueden tener infartos completamente silentes, que se manifiestan en que se sienten mal pero sin una sintomatología más específica, por lo que es importante conocer todos estos síntomas».
En verano «es normal que los pacientes de Cardiología acudan a su médico a ajustar su medicación cuando se acerca el calor», explica el especialista, «en especial, este tipo de pacientes tiene que tener en cuenta todo aquello relacionado con la tensión», añade.
«Con el calor uno se puede deshidratar, y con la deshidratación baja la tensión», continúa, advirtiendo que «muchos medicamentos para la tensión que tienen un poco de diurético que nos hace eliminar líquido, quizás el paciente no lo necesite durante el verano».
¿Pero qué ocurre, más específicamente, con los medicamentos antiplaquetarios y betabloqueantes? «Según estudios observacioneles —explica el Dr. Glenny— que toman aspirina (como antiplaquetario) y betabloqueantes pueden tener más riesgo de infarto».
«Pero eso no significa —matiza— que ese mayor riesgo lo tenga porque tome aspirina y betabloqueantes, sino que probablemente toma esos medicamentos porque tiene una patología de base que es lo que hace que el paciente sea en sí mismo de más riesgo».
El cardiólogo explica que es cierto que se ha asociado «el consumo de aspirina en momentos de máximo calor con desvanecimientos y caídas» y que por otra parte «el betabloqueante baja la tensión, por lo que hoy se está revisando mucho su indicación.
»Antes se daban rutinariamente a todos los pacientes, mientras que ahora se sabe que hay periodos de la enfermedad coronaria que se benefician mucho de esos medicamentos y otros en los que los podríamos retirar, pero eso no ha de suponer un mensaje de miedo».
Volviendo a los momentos del calor, el Dr. Glenny destaca que «es algo que tenemos que insistirle mucho a los pacientes en relación a la tensión, igual que tenemos que insistir en la importancia del agua, para evitar una caída de la tensión a causa de una deshidratación».
Muchos pacientes, «beben si tienen sed creyendo que solo entonces están deshidratados, algo que en invierno se soporta mejor. Si en verano se suma la vasodilatación natural por el calor, con la deshidratación puede haber desvanecimientos por una caída de la tensión».
Dado que en verano se producen vasodilataciones, el corazón tiene que latir más rápido para garantizar que la sangre llegue adecuadamente a todos los órganos del cuerpo. Y eso, que es natural «puede generar cierto, aunque pequeño, aumento del riesgo coronario».
El Dr. Glenny señala que «en pacientes que tienen las arterias parcialmente ocluidas, cuando se taquicardizan es más habitual que puedan tener una angina de pecho, y si eso le sumamos que baje la tensión, el flujo por las arterias también va a ser menor».
Esa reducción del flujo de sangre por las arterias «será uno de otros muchos factores que suman riesgo y obligan al paciente coronario a ir con más cuidado», explica el especialista en Cardiología de Juaneda Hospitales, con consulta en Hospital Juaneda Miramar.
El Dr. Glenny destaca también la necesidad de consultar con el médico el uso de antiinflamatorios, «que se toman con mucha frecuencia y que aumentan de forma importante la aparición de muchas enfermedades cardiovasculares, digestivas o neurológicas…»